De la psicología al yoga.

Estudié psicología, especializándome en educación y en acompañamiento emocional. En mi labor profesional descubrí que me apasionaba acompañar grupos y trabajar en aspectos que nos hiciesen vivir mejor en el día a día.

Aunque ya practicaba yoga, en un momento de mi vida con mucho malestar y ansiedad, descubrí que durante las sesiones de yoga me sanaba y todo volvía a encajar, así que me formé como forma de acompañarme en mis procesos.

Mi formación en yoga y otras herramientas.

Empecé a formarme en Yoga clásico y yogaterapia en Zaragoza, en una escuela que no sólo me ha enseñado la esencia de esta disciplina, sino a respetarla y admirarla, así como a integrar la psicología y el yoga para hacer de ello un proceso terapéutico más completo.

Me he formado también en Hatha Vinyasa Yoga en Madrid, un estilo fluido con el que conecto más, en el que centro mi práctica y que siento que ayuda a romper con la rigidez del día a día.

He ido formándome en yoga para el embarazo, en biomecánica y movimiento, Yin yoga y yoga somático, en yoga para la inclusión y en otras herramientas para la salud como la técnicas de hipopresivos a través del sistema Low Pressure Fitness, descubriendo la importancia de la salud postural y respiratoria para una vida con menos dolor.

Lo que me mueve.

Actualmente siento que a través del yoga he encontrado la manera de acompañar a las personas, no sólo para conectar con su cuerpo, sino para conocerse mejor, comprender mejor su mente y sus emociones, y gestionar aquello que trae el día a día. Y esto lo sé porque primero lo he vivido y experimento en mí misma.

Además, creo que el yoga debe ser para todos, por lo que en mis clases intento que todo el mundo encuentre su lugar, que lo sienta adaptado y cercano. Y en este camino, colaborar como voluntaria de la asociación Yoga Sin Fronteras, me permite acercar el yoga y la psicología un poquito más a aquellas personas que lo necesitan.